
Cerré los ojos una décima de segundo para disfrutarte más intensamente y me encontré con esa mirada felina que desciende por la columna y llega a la rabadilla abrasando todo mi interior a su paso. Un instante en el que la razón se ausenta y las entrañas toman el control del cuerpo, y en el que la mente sólo actúa como la pantalla en la que se proyectan los deseos de la lujuria y la perversión.
Las imágenes de mi mano enredándose en tu pelo, tirando tu cabeza hacia atrás de manera violenta dejando paso a mis dientes para clavarse en tu cuello y...
O llevándote en volandas hasta la pared donde te atravesaré mientras me miras entre sorprendida y deseosa de más para...
O levantando tus piernas para besar tus pantorrillas y descender con mis labios hasta el interior de tus muslos desde donde me muestras que...
Unos fogonazos en los que ya no estás en tus ojos, y te transformas en una tormenta de fuego que me incendia. Sin dejar de moverte sobre mí, apareces y desapareces en cada parpadeo. Y yo juego a la ruleta sin decidirme a hacer el amor con mi tierno y dulce amorcito, o morir hecho cenizas arrasado por mi diosa salvaje...
Poséeme. Deja tus mimos para la mañana...
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