martes, 5 de enero de 2010

El amante irracional


No es que mi corazón te ame
ni que mi alma encuentre en la tuya
su melliza largamente buscada.

No es una amistad racional
forjada tras años de confianza
lo que me atrae fuertemente a ti.

Es un deseo loco. Un pálpito irrefrenable.
Un ardor en mis entrañas incontrolable
que me pide que te muerda; que te excite.

Me ataca, y te escribo queriendo ser prudente
pero mis dedos no sienten teclas sino piel
y mi fuerza se concentra en mi vientre.

Desvarío, y no quiero conquistarte con caricias
sino con surcos de fuego de mi lengua en tu piel,
con marcas de mis uñas en tu carne suculenta.

No hay preámbulos ni besos con ternura
sino mi sexo palpitante amenazando tus nalgas
y mis manos aferradas a tus endurecidos pechos.

No seré dulce y delicado al entrar en ti
porque tu humedad me dejará embestirte de un golpe
haciendo arquear tu espalda hacia mí.

Ya serás presa de mi poder. Arderás en mi fuego.
Mis manos te atarán a mi cuerpo volcado a ti
y mi sexo te golpeará hasta el éxtasis.

Sólo mi sed de ti me hará detenerme y descender
para lamer ese vientre que me pierde
y llegar a mi manantial de lujuria: tu sexo.

Enloqueceré entre tus piernas. Beberé de ti
mientras tus labios y tus dientes poseen mi deseo,
mi arma que se perderá gustosa en tu boca.

Nuestras caderas perderán el control.
Nuestra vida dependerá de la del otro justo llegando
a ese hermoso umbral que separa el dolor del placer.

Querré que me lastimes para llegar al Olimpo.
Me pedirás llevarte al límite para luego volar.
Seremos crueles con nuestros cuerpos antes de morir
para estallar en el otro desnudos de todo.
Siendo lava candente fruto del volcán creado
por el amante irracional que nos domina sin razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario