sábado, 24 de octubre de 2009

Despedida


Sus entrañas como volcán después de la erupción.
Su pecho, un mullido cojín para el reposo.
Sus ojos, brasa del más encendido deseo.
Sus manos, peines sobre su cuerpo agotado.
Sus labios, manantial fresco de vida.

Y una mirada desnuda habló
Antes incluso que sus labios.
Una caricia en su rostro
Trajo la primera ola de frío.
Tres palabras le helaron el vientre
Y congelaron el resto de su cuerpo.

No volveré. Adiós.

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