sábado, 4 de julio de 2009

12 uvas


Sentados de lado, uno frente al otro, desnudos, acabamos de preparar nuestras campanadas especiales para esta noche. La mermelada de uva, en raciones muy pequeñitas, queda repartida por 12 puntos de nuestros cuerpos. Y en este momento pones la que hace 13.

- Está fría
- Y tú, ardiendo
- No lo dudes


Nos acariciamos lentamente las zonas que quedaron libres sin dejar de mirarnos. El deseo va en aumento a medida que se acercan el momento de los cuartos.

La bola comienza a bajar. Suena el carrillón y unas sonrisas pícaras nos invaden el rostro. El corazón bombea fuerte. Muy fuerte.

Comienzan los cuartos. La excitación crece a una velocidad de vértigo. Me lanzaría sobre ti, pero acordamos respetar los tiempos. Me acerco a ti. Comienzo yo.

¡Dong! Mi lengua recorre tu cuello recogiendo a su paso toda la mermelada que encuentra. No puedo evitar cerrar la boca y propinarte un leve mordisco. Quise seguir, pero se acabó mi tiempo.

¡Dong! Tu turno en mi cuello. Eres más hábil y tienes más tiempo para recrearte en tu beso. Y qué manera de besar. Me enciendes. Sabes que las dos próximas son para mí.

¡Dong! Mi boca encierra tu pezón derecho mientras mi lengua, en un recorrido en círculo, limpia cualquier resto de confitura. Y antes de la siguiente campanada estoy en el izquierdo.

¡Dong! Un "Sshhh!!" sale de tu boca. Notas que me embalo, que te excita. Pero queremos mantener la tensión. Mis dientes no pueden evitar mordisquear tu pezón. Mi deseo, a punto de desbordar.

¡Dong! Tus dedos, tus uñas acarician mi pecho a la vez que besas y lames mi esternon. Te veo casi fuera de tu. Te huelo.

¡Dong! Vas descendiendo hasta mi vientre pero soy yo quien llega antes a tu ombligo. Me toca. Y vuelvo a morderte de nuevo. Te comería a bocados.

¡Dong! Tienes mi miembro en el horizonte, pero paras antes en mi vientre para besarme mientras tus manos se deslizan entre mis piernas.

¡Dong! Ya quedo bajo tus piernas y voy a dentellada limpia. Tu muslo izquierdo es la siguiente víctima y mis manos se aferran a tus nalgas. Mis dedos te dicen que no te soltaré bajo ningún concepto.

¡Dong! Separas mis piernas. Atacas mi ingle descontrolada. Tus manos buscan acariciar mi culo, mis muslos, ... Comienzas a perder el control.

¡Dong! Yo ya estoy casi fuera de mí. Tu muslo derecho ya queda libre de todo rastro de mermelada y mi lengua no puede estarse quieta. Voy a por tu sexo, que me llama desde hace rato. Pero debo esperar a la que hace 12 ...

¡Dong! Tu mano ya agarra con fuerza mi miembro. Duro. Enhiesto. Y tu hambrienta de tenerlo en tu boca. Pero antes limpias la otra ingle atropelladamente, deseando que llegue por fin esa última campanada.

¡Dong! Me adentro en tu cuerpo. Te saboreo. Me saboreas. La mermelada se mezcla con tu néctar y mi boca intenta calmar toda mi sed. Mi sexo se pierde dentro de ti y noto tus dientes como lo muerden. Como tu lengua lo recorre.

La gente en la Puerta del Sol grita. Nosotros gemimos, respiramos atropellados. Nuestras caderas se convulsionan y el animal que llevamos dentro en ocasiones aúlla, araña, muerde, ... No podemos dejar de darnos placer hasta que desbordamos pasión y deseo estallando en un orgasmo feroz, que aún habiendo sido breve sabe a gloria.

Luego nos besaremos y acariciaremos. Repondremos fuerzas y haremos el amor pausadamente, saboreándolo. Pero siempre recordaremos la explosión de la última campanada

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